Sergio volvía de la uni con dolor de cabeza, pero satisfecho. El ultimo examen del trimestre no le había salido mal, pero 4 horas seguidas le parecían excesivas. Aún con el par de años que llevaba en la uni aun no se acostumbraba. De modo que al llegar a casa comenzó a preparar la bolsa del gimnasio, que era algo que le despejaba la cabeza bastante y le hacía olvidarse momentáneamente de los problemas cotidianos. Tras prepararse un batido de proteína para tomarlo nada mas acabar las pesas, recogió la ropa que necesitaría. Dudó bastante entre una camiseta de manga corta y una de tirantes. Aun le daba algo de corte mostrar demasiado. Incluso habiendo ganado ya algo de músculo, no era ni de poco a lo que aspiraba. Medía 185cm y pesaba 80 Kg. Acababa de bajar bastante de peso (y definiendo bastante) por una lesión en la parte superior del torso que no le dejó hacer mas que piernas y cardio últimamente, pero ya llevaba un par de semanas totalmente recuperado y volviendo a los mismos pesos de antes. Estaba deseando crecer y ponerse cachas. Sobre todo el pectoral (que es lo que mas le costaba) y los brazos (que es lo que mejor tenía) Porque Sergio tenía una fascinación con los músculos. Era algo que tenía desde los 12 años. Músculos en dibujos, en actores, en gente de la calle, en Internet (sobre todo eso último) le excitaban especialmente. Eso podría ser un gran riesgo, yendo a un gimnasio lleno de gente cachas. Pero casi siempre controlaba las partes bajas para que no lo pusieran en evidencia. Obligándose a si mismo a no mirar mucho tiempo seguido o a mirar al techo/suelo. El caso es que los tíos cachas le ponían muy cachondo. Cuanto mas grandes y definidos mejor. Y si tenían venas sobresalientes en los brazos aun mejor. Y por supuesto si el paquete era grande pues mejor aun. Supongo que a estas alturas no es necesario decir las inclinaciones sexuales de nuestro protagonista. Llegó al gimnasio en nada de tiempo, estaba muy cerca de su casa, y cruzó las puertas igual que todos los días (iba 5 días por semana). “¡Buenas!” Pero su saludo no tuvo respuesta. En la mesa de la entrada, donde siempre estaban uno de los dos monitores del gym/spinning/aerobic… no había nadie. Ni Iñigo, ni Jose, que así se llamaban los dos dueños del gym. Bueno, tampoco era algo tan raro. A veces estaban en el almacén, o en la sala de musculación ayudándole a alguien nuevo o no tan nuevo. No era un Gimnasio muy grande. El vestuario de chicos (al lado estaba el de chicas y en medio la sauna) era una habitación cuadrada de unos 15m x25m. Con bancos y baldas en 3 paredes y en la otra pared estaban unos lavamanos con espejos y la puerta a la sala de duchas. Esa era una zona un tanto curiosa, por lo menos a ojos de Sergio. Constaba únicamente de una pared con ganchos para dejar toallas frente a otra pared con cabezales de duchas seguidos. 6 en total, sin separaciones intermedias. Vamos, que todo el mundo podía ver todo. Algo que aunque luego le proporcionaba a Sergio alguna que otra fantasía en casa con la que machacársela, en el momento de ducharse con alguien tenía que hacer uso de todo su control para no empalmarse ahí mismo. Cosa que en ocasiones, no conseguía y tenía que salir escopetado del sitio para que no le viesen el rabo mirando al techo. Lo cierto es que estaba tan metido en el armario que podría visitar Narnia si quisiese. En varias ocasiones había deseado que alguno en el gym (sobre todo los mas buenorros) fuese del mismo “estilo” que él. Pero nunca captaba nada. Dejó el carnet en la mesa donde había ya un par mas y girando a la izquierda (a la derecha estaba la sala de musculación) se dirigió a los vestuarios. Allí se encontró cambiándose a un chaval con el que hablaba a menudo. Se llamaba Juan. Era rubio oscuro de ojos oscuros y de solo un par de años menos que Sergio. Sin embargo aun siendo bastante mas bajo, solo pesaba 5 kg menos que él. 75. Y es que el chico estaba grande, sobre todo de brazos y con gran anchura de torso. Aunque no estaba muy definido, en ocasiones se le notaban las venas en los brazos. Y estos siempre se le veían porque siempre llevaba camisetas de tirantes. Ese día no. Quizas tenia la ropa sucia, pero el caso es que llevaba una camiseta vieja que le quedaba bastante ajustada a los pectorales y a los bíceps y triceps. A Sergio los pectorales le ponían mucho así que intentó no mirarle demasiado. Pero bueno, ya era un experto en disimular. “¡Epa!” “¿Ey tío que tal?” “Pues ya ves, aquí a darle un poquillo” “Yo también acabo de llegar.” “Poca gente ¿no?” señaló Sergio hacia los otros bancos donde solo había 3 mochilas mas. “Pues si. Debe ser porque ya es un poco tarde” respondió Juan encogiéndose de hombros. Y es que ya eran las 8 de la tarde. Cuando ya estaban los dos vestidos con camisetas de manga corta (en uno mas ajustada que en otro)y pantalones cortos se dirigieron juntos hacia la sala de maquinas/pesas. Pasaron al lado de la mesa de la entrada pero los carnets seguían ahí, aun no los habían recogido. “No he visto a José o a Iñigo al entrar.” “Yo tampoco” Pero no le dieron mas importancia y entraron en la sala de musculación. Allí se encontraron con las otras tres personas que había allí. En la zona de piernas, haciendo sentadilla con un peso ridículamente enorme, estaba Igor. Un chico nacido en Rumania pero que había pasado toda su vida allí. Tenía un físico de culturista, aunque a él lo que le interesaba era el rugby. Era poco hablador y Sergio evitaba estar cerca de él todo lo posible. Con alguien asi, una miradita podría provocarle un espectáculo en las zonas bajas. Y encima, además de grande, definido. Al fondo, calentando hombros, estaba un chico llamado Ander. No era especialmente grande, pero muy definido y siempre llevaba unas camisetas superajustadas, parecían una segunda piel. Sergio esperaba en cualquier momento que reventara las mangas y se juraba a si mismo que en caso de que ocurriese, aunque se le empalmase de tal forma que no se pudiese ocultar, lo vería. Con decir que se le notaban los 6 abdominales con la ropa puesta…. Además, para Sergio era uno de los chicos mas monos del gym (hablando de la cara). Tenía el pelo negro y los ojos muy oscuros, algo rasgados, y siempre sonriente. Por último, en la zona de cardio y con cara de duda, estaba Pablo. Acababa de cumplir los 18 (con lo que Sergio ya no se sentía culpable al echarle el ojo de cuando en cuando) y aunque no era muy grande ni muy definido se veía fuerte, algo recortado y en camino de ponerse muy bueno (además tenía un hermano mayor que a veces iba también y menudo cuerpo el hermanito). En alguna que otra ocasión le había comentado a Sergio que se había puesto buenos brazos (cosa que le hizo mucha ilusión oir). Sergio enseguida apartó de su mente que los 4 tios que mas morbo le daban del gym estaban alli. “Ey” “¿Qué tal?” “Hum, estoy en duda. No se si hacer cardio. Es que me toca pierna además de hombro y cuando haces pierna…” “Ya… Bah, no te preocupes. Ya estás suficientemente definido por ahora. ¿No estabas en rutina de volumen este mes?” “Si bueno, es por no perder abdominales” dijo mientras se levantaba un poco la camiseta para enseñar los cuadraditos. “¡Que cabroncete, restregándomelos por la cara!” Sergio le dio un empujón sonriente “A mi me están saliendo ya, ya veras enseguida como estaré.” “A ver si te pones como Hulk.” Respondió Pablo sonriente mientras se acoplaba a Ander en la zona de hombro. “Pues nostaría mal.” Comentó Sergio. “Ya, pues cuando sepas como, compártelo conmigo, ¿vale?” bromeó Juan. “Jajaja. Oye, ¿qué te toca hoy?” “Espalda y bíceps. ¿Y a ti?” “Ouch… hoy vas a acabar con los brazos… Yo tríceps y bíceps.” “Genial, en bíceps voy a necesitar ayuda si tengo espalda delante.” “Vale.” Y con eso, Juan se puso ha hacer dominadas en una barra y Sergio (intentando no mirar como se flexionaban los brazos de su compañero) fue hacia una de las poleas a hacer tríceps. Decidió concentrarse en el ejercicio en lugar del enorme rumano al que veía por el espejo haciendo sentadilla. Jodeeeeeeer….. que cuadriceps tiene… mira que patorras… ¡oh no! Sintiendo movimiento por ahí abajo, despejó la mente y se concentró en lo suyo. Mientras estiraba tras la primera serie de ese ejercicio ocurrió algo inesperado. Se fue la luz. Lo curioso de aquel gimnasio es que no tenía ventanas, todas las paredes eran de espejo. Pero tenía una potente iluminación por fluorescentes que nunca había fallado hasta entonces. También tenía un sistema de acondicionamiento de aire, por lo que la falta de ventanas nunca los había molestado demasiado. Hasta entonces. “Vaya, siempre tiene que haber una primera vez…” “¡Ey! ¿quién me ha tocado el culo?” “¡Mas quisieras, cabronazo!” “¡jajajaa…!”
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Sergio se sonrió para si mismo al oír las bromas. El caso es que notó un olor extraño en el ambiente, y al dar dos pasos tropezó con algo y cayó al suelo cual largo era, golpeándose la cabeza con el suelo. En ese momento en el interior de su cabeza también lo vio todo negro. De pronto volvió la luz y sacudiéndose la cabeza, aturdida por el golpe, se puso de pie. Al fijarse bien se dio cuenta que no era el único que se había caído al suelo, lo cual le consoló un poco (mal de muchos….). Juan se había resbalado de la estructura de hacer dominadas y se frotaba la cabeza. Ander se frotaba el pie, pues le había estado ayudando con unas mancuernas a Ander para hacer hombro y éste se la había soltado encima. Igor había tenido mas suerte. Estaba haciendo un estiramiento de pierna ya tumbado en el suelo, con lo que no se hizo daño. Aunque si que parecía confundido por algo. Sergio decidió pasar del tema (y de mirar a Igor, por si acaso se le inflaba en paquete) y volvió a su polea. Le puso 25 kg y tiro con ambas manos hacia abajo. Típico ejercicio de tríceps. Lo curioso es que la semana anterior había hecho ese mismo ejercicio (estaba en su tabla del mes) y le había costado mucho hacerlo con 25 Kg., sólo 8 repeticiones antes de que le empezaran a temblar los brazos. Sin embargo, estaba ya con la 9ª repetición y estaba tan fresco. No le costaba apenas bajar los brazos. Al terminar esa serie (aun le quedaban 2 de ese ejercicio), se frotó los tríceps a ver si los tenía mal, pero no notó nada extraño. A excepción de una sensación muy agradable en los brazos. Como cuando los notas hinchados después de entrenarlos durante un largo rato. Solo que no llevaba ni 5 minutos entrenando. No era posible estar sintiendo el “pump” tan pronto. Que guay, ya puedo subir a 30 kg, aunque…. Si. ¿por qué no subir a 40? Solo por probar a ver. Tras decidirse, aumento el peso a casi el doble de lo que ya tenía y comenzó el ejercicio de nuevo. La primera repetición le costó un poco, pero la segunda ya no tanto. Para la 5ª estaba asombrado. Era como si tuviese el peso de antes, ¡no le costaba nada! No me lo creo… ¿estará fumándose alguien un porro y estoy flipando con el humo? Tras terminar esa serie se volvió a frotar los tríceps y esa vez… ¡Wow! ¡Si que están hinchados! ¡Mola! Tras un vistazo rápido al resto (estaban concentrados a lo suyo) se acercó a una pared de espejo y subiéndose la manga, flexionó el tríceps. Lo que vio lo dejo algo asombrado. Será cosa de la luz, pero no solo parece hinchado al tocar, ¡se ve hinchado! Como si estuviese mas grande… ¡Es genial! La verdad es que hasta parecían que llenaban algo mas la manga de la camiseta. Iba a comprobar el otro, pero no quería parecer presumido, mirándose al espejo tanto tiempo (le daba corte que le viesen posando). De todos modos miró al resto a ver que hacían por si acaso. Igor estaba poniendo al press de pierna mas discos enormes de peso (mas de lo habitual… en él), pero bueno… Tiene las cachas para levantarlo… ¡no! No mires…. No quiso pensar que parecía que tenía las piernas mas “gruesas” que antes. Aunque como siempre estaba enorme, ¿cómo saberlo? Juan se estaba poniendo discos atados a una cuerda colgados de su cinturón para darle mas esfuerzo en la dominada. Es curioso que ya tenga los brazos hinchados… estooo, mejor dejo de mirarle…. Ander y Pablo ya estaban haciendo ejercicios de hombro distintos, aunque se sorprendió que Pablo usase para hombro el mismo peso que él. Aunque… Bueno, parece que va cogiendo forma, se está poniendo grande. Fue entonces cuando notó que el estado morcillón de cierta parte de su cuerpo peligraba a otra fase. Así que dejó el espejo y apartó al resto de personas de su mente. Cogió y puso 80 Kg, el máximo. Solo por probar, se decía. Y vuelta con el mismo ejercicio. Consiguió llegar a 5 tranquilamente. En la 8ª le empezó a temblar el brazo y consiguió llegar a la última a duras penas. Pero llegó. “La hostia….” Comentó en voz alta. Sin preocuparse de quien le pudiera estar mirando, se arrolló las mangas hasta los hombros y flexionó los tríceps en el espejo. Truco de la luz o no, parecían mas grandes. “jodeeerr…. Que pasada” murmuró en voz baja. De hecho hasta sus antebrazos estaban hinchados de una forma que no perecía posible. Parecían bastante mas grandes que antes. Aunque en general, parecía un poco mas grande todo él. Je, eso si que es un efecto de la luz. Como si me fuese a poner mas ancho todo yo como por arte de magia… aunque juraría que los brazos si lo están. El siguiente ejercicio de 3 series estaba en una polea en la misma estructura en la que Juan acababa de hacer dominadas y en la que se disponía a usar una polea con barra larga en el típico ejercicio de espalda. La asintió con la cabeza a modo de saludo y se dispuso a poner el peso adecuado. Realizó unos cálculos mentales. Si con ambas manos he podido en la anterior con 80 y este ejercicio se hace con una mano… eso haría 40. La leche! Bueno, por intentarlo… Antes de empezar, Sergio echó una mirada al frente, donde estaba Juan. Le resultó impresionante lo grande que estaba, y realmente las dominadas le habían dejado la espalda ancha y los brazos separados, además de hinchados a mas no poder. Pero lo curioso es que estaba parado mirando con cara de asombro la zona de ejercicios de pierna. Sergió dirigió su mirada alli y lo que vio le dejó boquiabierto. Lo normal en una bestia como Igor en el press de pierna era poner unos 400kg en total (contando el peso de la máquina) pero ahí tenía que haber puesto unos 600 o quizás mas. Jamás había visto tantos discos en una máquina. Aunque lo que realmente llamaba la atención eran las piernas de Igor. No es que estuviesen hinchadas un poco. Estaban tan grandes, que tanto el pantalón como los calcetines se habían enrollado hacia arriba y abajo respectivamente, como si el músculo necesitase el espacio para crecer. Los gemelos parecían dos globos y los femorales y cuádriceps… realmente eran como los de esos bestias que compiten profesionalmente. No pudo evitar soltar una pequeña exclamación de admiración “wow…” “Ya te digo” soltó Juan en voz baja. “Bueno, en el fondo no me sorprende tanto viniendo de él…, como siempre pone tanto peso…” dijo Sergio para intentar no parecer impresionado, aunque lo cierto era que, lo estaba. Y mucho. “Ya pero mira esas pedazo patorras. Te juro que parecen mas grandes que cuando entramos.” Sergio le miró un instante y le esbozó una sonrisilla. “Y pa encima tu lo dices ¡tu si que estás hinchado!” le soltó Juan sonrió ampliamente y le flexiono los bíceps ahí mismo un momento, la espalda amplia y los brazos enormes. “¡Joder!” se le escapó a Sergio, notando un temblor en los bajos. Juan le sonrió burlón y le dio un puñetazo amistoso en el hombro. “Mira quien habla, tu si que tienes los brazos hinchados, cabroncete.” Sergio entonces reparó en que aun no se había bajado las mangas de la camiseta y cuando iba a hacerlo, cambiando de idea, se puso a lo suyo. Tampoco era plan de pasarse en el gimnasio 2 horas para lo poco que le tocaba ese día. Se concentró en el ejercicio. Le costaba bastante bajar y aguantar la subida de la polea en cada repetición, pero el hecho de que fuese capaz de hacerlo con ese peso le asombraba de tal manera que acabó la serie sin apenas darse cuenta. Al terminar se miró en uno de los espejos y flexionó los tríceps. El músculo saltó como esculpido. No solo parecía mas grande, sino mas definido también. Fijándose en solo los brazos no se daba cuenta que todo él en general estaba un poco mas grande, aunque donde mas se le notaba era en los brazos. Esto ya no es la luz, realmente están mas grandes. ¿cómo es posible? En ese instante se dio cuenta de que Juan le había pillado mirándose en el espejo mientras flexionaba con las mangas enrolladas y le dio una vergüenza terrible. Puso cara de circunstancias y fue a bajarse las mangas a toda prisa. Pero Juan sonreía y le hizo un gesto de despreocupación. “Tranqui, tio. No te cortes, a todos nos gusta ver lo bien que vamos” El mismo se había enrollado las mangas hasta los hombros y, sonriendo, se hizo una pose en el espejo de doble bíceps. Tenía los brazos mas grandes, sin duda. Sergio abrió los ojos de la sorpresa pero lo mas raro fue que Juan mismo parecía extrañado al verse reflejado. “Joder… si parecen…” “...mas grandes.” Terminó Sergio por él. “Me lo estaba pareciendo, pero no es posible ¿no? Los músculos no crecen tan rápido.” Intentó razonar Juan. “Tampoco parece posible poner de pronto 200 kg para un ejercicio de espalda” mencionó Sergio tras comprobar el peso que había puesto su amigo. “¿y que me dices de 40 para tríceps en polea? Oye… antes la camiseta te quedaba mas holgada.” Sergio se miró y concedió que tenía razón. Las mangas casi las llenaba y en general la camiseta le quedaba mas prieta en el pecho que antes. Mirando a Juan, advirtió que la camiseta la tenía pegada al cuerpo, y los dorsales desplegados, separando los brazos hacia los lados un montón, parecían a punto de romper la tela. “Pues tu pareces a punto de reventar la camiseta, tio.” Justo entonces oyeron un ruido. RIIIPPP “¿Qué es eso?” “Parecía como si se desgarrase tel-” pero la frase de Juan quedo silenciada a medias cuando los dos se volvieron al lugar desde donde oyeron el ruido. Igor seguía en la misma máquina con tropocientos discos acoplados y el ruido lo habían producido sus cuádriceps al rasgar la costura lateral de los pantalones cortos que llevaba. Con la sorprendida cara roja como un tomate, Igor se levantó de la máquina y flexionó algo mas las piernas en el espejo, como para comprobar algo que no podía creer. Con eso la tela se desgarró algo mas, mostrando mas músculo que casi hacia que tuviese que separar algo mas las piernas porque no quedaba espacio entre ellas. Sergio notó como que le faltaba el aire y una pierna le falló, cayéndose despacio hacia un lado. En seguida puso la mano sin siquiera mirar, sabiendo que la estructura de _meta_l estaba a ese lado. Pero se equivocaba. Era Juan el que estaba allí y el musculoso, duro e hinchado brazo de Juan el que agarró para no caerse. No se dio cuenta al momento, pero en cuanto no notó el supuesto _meta_l frío, apretó y manoseó con extrañeza el material hasta que finalmente miró y comprobó lo que estaba palpando. Se le puso el pelo de punta y la cara mas roja que un pimiento. Como si le quemase, se soltó y dio dos pasos atrás. “¡Lo-lo siento! Pensaba que era el _meta_l lo que tocaba, no creí que-” intentó justificarse. Juan estaba extrañadísimo (aunque con cierto rubor en las mejillas) por el casi histerismo de Sergio “Tranqui tío, que no tengo la sarna. No pasa nada.” Pero tampoco lo miraba a los ojos al decir eso. Aunque dijese que no, parecía algo incomodo. “Ya bueno…” no podía quitarse el tacto de los músculos del brazo de Juan de la mano. Notaba gran peligro en los bajos, así que decidió apartar de su mente todo pensamiento y concentrarse en su entrenamiento. Para garantizar su enfoque, subió a 50 kg y empezó a darle. Le costaba mucho y notaba como le quemaba el brazo del esfuerzo. Estaba jadeando y sudando un poco cuando terminó las dos series que le quedaban del ejercicio. Echó unas miradas rápidas alrededor. Juan se dirigía a otro ejercicio de dorsal. Definitivamente no era ningún truco de la luz, parecía mas cachas que antes. En la zona de pierna, Igor realizaba otro ejercicio de press inclinado. Sus piernas mostraban en todo su esplendor los cuadriceps y femorales (al parecer se había desgarrado mas tela en el proceso) y estaban enormes. Aquellas piernas eran material culturista profesional, sin duda. Lo curioso es que la parte superior parecía también en estado de “pump”. El espejo frente a él mostró un bulto considerable en sus pantalones debido a la “vista” que tenía delante, así que se sentó rápidamente en un banco cercano y, cerrando los ojos, intentó distraerse recordando chistes. Siempre le ayudaba a recuperar el estado normal ahí abajo. Cuando la cosa se calmó algo, se levantó y se fue a la zona de mancuernas y de press de pecho para agarrar una mancuerna para otro ejercicio de tríceps. Al cogerla, vio por el espejo a Ander haciendo press militar con 40 kg a cada lado de la barra. No pudo evitar quedarse con la boca abierta. Ander le guiñó un ojo sonriente. “¿A que es una pasada? Apenas puedo creer lo que estoy levantando. ¡Y en hombro, tio! ¡Mola!” parecía entusiasmado. La ropa no parecía ya pegada, sino a punto de reventar. De hecho, eso estaba pensando Sergio cuando se oyó el mismo ruido de antes proviniendo de una costura que se abrió bajo el brazo de Ander. El crecido músculo se abría paso entre la ropa “jaja, es increíble” comentó éste con los ojos como platos. Haciendo otro ejercicio de hombro a su lado estaba Pablo, usando mancuernas de 23 kg. Estaba en un estado similar al de Ander, pero mas nervioso y excitado. Su respiración era acelerada, pero sonreía abiertamente. Miraba a Sergio con una mirada que decía: Donde mas se le notaba el hinchazón era en los antebrazos, donde venas que no tenía antes campaban a sus anchas cual escalextric. La ropa no le quedaba tan holgada como antes. Sergio iba a decir algo, pero como no se le ocurría que, se encogió de hombros, sonrió y se dispuso a seguir con su rutina. Aquello era demasiado extraño como para pensar en ello detenidamente. Tras la cuarta serie comprobó muy contento, como los brazos le ocupaban toda la manga. Estaban enormes! Y no solo por los tríceps. Además, los pectorales, que tanto le costaba hacer progresos con ellos, se abultaban bajo la camiseta. Un punto curioso es que sus piernas tanbien se veían algo mas gruesas y definidas.Se iba a disponer a posar (sin darse cuenta de que había mas gente alrededor, cuando un ruido mas fuerte de lo habitual le hizo darse la vuelta. Miró a Pablo (que estaba mas hinchado bajo la camiseta y los pantalones de chándal), pero él ya estaba mirando el origen del ruido. Ander estaba posando en el espejo lateral y los bíceps le habían desgarrado las dos mangas y parte del pecho. Hasta el cuello estaba tirante. Los pantalones cortos se le habían enrollado hacia arriba y la definición y masa de sus cuadriceps y gemelos se acercaban a las de Igor (que para entonces estarían posiblemente mas grandes si eso era posible). Normalmente Sergio no se fijaba en los paquetes ajenos si podía evitarlo, pues era una vista demasiado cachonda para alguien tan empalmable como él, pero no pudo evitarlo, pues se le notaba un bulto tremendo. Ya le había visto en la ducha otras veces y por eso estaba seguro de que eran una de dos: o se le había puesto mas que morcillona con todo el asunto, o también la polla había estado creciendo con el resto. Por supuesto, todo eso le hizo mirar a su propio paquete y casi se desmaya de la vergüenza. Parecía que la segunda opción era la acertada, pues sabía (notaba) que la tenía morcillona, y el bulto era aun mayor que cuando la tenía empalmada (un empalme normal, quiero decir). De reojo notó el bulto de Pablo, parecía incuso mas grande que el suyo. Lo malo (o no) fue que Pablo le pilló mirando y eso le hizo mirar para abajo y darse cuanta del estado “crecido” en que se encontraba. Seguido miró hacia Sergio y comprobó su abultamiento. Levantó la cejas en señal de sorpresa, pero en vez de decir nada, se encogió de hombros y se fue a la zona de pierna, no sin antes lanzarle una sonrisa cómplice a Sergio que no supo interpretar, pero que una de las opciones de su significado terminó de empalmarle. “Wow” no pudo evitar murmurar al notar como la punta le llegaba hasta el ombligo. Estaba paralizado, como un ciervo ante los faros de un coche. Era imposible ocultar eso. Al lado de Pablo pasó Juan, que se acercaba a hacer brazo con Sergio, como habían quedado en un principio. Al verlo, la polla se le movió de la excitación. En los diez minutos que no lo veía ya había reventado las mangas de la camiseta y tenía otra raja en la espalda, la cual se le había expandido a casi de un metro de ancha. La masa de sus pectorales era tal, que aparte de estar a punto de pasar a través de la tela, hacían que la camiseta quedase mas corta, mostrando unos abdominales marcadísimos. Como no se había sentado en un banco todavía, los pantalones cortos no habían tenido ocasión de enrrollarse hacia arriba y con los cuadriceps tan hinchados, parecían pintados sobre sus piernas. El paquete era tan grande, con la polla llegando al lateral de la cintura (estaba en posición paralela al suelo hacia un lado), que era imposible que eso estuviese en reposo, incluso con el aumento que todos parecían “sufrir”. Sin embargo a él no parecía importarle. Se le acercó todo sonriente. Sergio no pudo evitar sonreír nerviosamente. Los huevos estaban bien marcados y parecían del tamaño de huevos de gallinas auque los suyos tampoco estarían muy diferentes con lo tirantes que notaba los pantalones. “¡Esto es una pasada!” exclamó flexionando los bíceps. A Sergio se le quedo una sonrisa tonta en la cara y sin saber porque, le imitó. El hizo un gesto de aprobación con la cabeza. Puso una mano sobre el bíceps derecho de Sergio (lo cual hizo que la polla de este diera un brinco) y di un pequeño apretón. “A ver como se nos ponen tras hacer bíceps.” Comento Juan guiñándole un ojo y dirigiéndose a su lado a elegir mancuernas. Sergio exhaló aire para tranquilizarse y lo siguió. Al ir a elegir mancuerna casi coge la misma de la semana pasada, la de 11, pero en cuento se agachó a cogerla y levantarla como si no pesase nada, se lo pensó mejor. Miró hacia las pesas grandes y cogió las mancuernas de 20kg. Las levantó con dificultad, pero tenía ganas de comprobar si era capaz. Juan se le quedó mirando unos segundo, con la mano a punto de coger una mancuerna de 16kg, pero entonces, sonrió y se aproximó a una de las mas pesadas, la de 28. Ambos se pusieron a levantar y bajar las pesas hasta hacer las 10 repeticiones. A Sergio le costaba, pero cada vez menos. La ultima repetición no fue fácil, pero tampoco nada del otro mundo. Estiraron un poco y se decidieron a coger una mancuerna algo mas pesada para hacer las dos series siguientes. Sergio notaba las mangas mas prietas que nunca. Mientras hacia la segunda serie con las pesas de 24 kg (esas si que le costaban) se percató en el espejo de la vena que se marcaba en sus bíceps. Siepre había querido tener venas en los bíceps, por estetica en parte. Por otro lado… le ponían super cachondo las venas de los brazos. Además, cada repetición oía un ruidito de costura desgarrada por parte de su amigo. Un hilo en el pecho, otro en el hombro, otro en el pantalón….. Sergio mismo tenía la ropa tan pegada que parecía pintada, escepto en la zona de la cintura, donde aun la camiseta estaba holgada. Por suerte, ya que si la zona abdominal estuviese marcada por la ropa, se le notaría el enorme miembro erecto aun mas de lo que se le notaba (que no era poco). Mientras descansaba el minuto de rigor de la segunda serie, observó a Ander en el press de banca haciendo pecho. Con…. 8 platos a cada lado de la barra…. La hostia… Ademas, ¿Haciendo pecho después de hombro? Que masoca… pensó Sergio. Aunque en seguida su mirada se desvió a los enormes pectorales que se hinchaban y deshinchaban con cada subida y bajada. Aunque cada deshinchada era menor, por lo que eso hacía que cada vez el músculo se viese mas grande (cosa que era cierta). En cuanto termino la serie, se levantó de un brinco, se acercó al espejo mas cercao a ellos y flexionó con fuerza los pectorales. Por supuesto, eso hizo que la zona frontal de su camiseta terminase de abrirse por el pecho enorme y definido que se abrían paso hacia fuera. Estaban los pectorales tan hinchados que los pezones miraban para abajo. Juan sonrió malévolamente, y en un rápido movimiento, le pellizcó un pezón. Ander casi soltó un gritito. Le dio un empujón a Juan, que se descojonaba todo. “Ja, ja, ja…” “que perro eres, tio” “Eso, por presumir de tetas.” “pues mira quien habla…” respondió Ander agarrándole de un enorme pectoral hinchado y apretando. Con todo aquello, su pecho se contrajo de la sorpresa y también desgarró casi todo el frente de la camiseta. “¡Hey!” “¡Ala, En paz!” Y se volvió al press de banca sonriente y acomodándose el paquete. Entre los pedazo cuadriceps no había mucho sitio para el gran miembro. Sergio había necesitado sentarse de la impresión con lo sucedido. Demasiados calores, viendo aquello. Como Juan cogía las mancuernas para hacer la última serie, él se dispuso a hacer lo mismo. Le costó mucho y las mangas tan prietas le molestaban muchísimo. Tanto, que en cuanto terminó, hizo una pose de doble bíceps, con un poco de mala leche y las mangas reventaron por las costuras. RIIIIP “Siiiiii….” “Muy buena tio…” Comentó Juan apreciativamente, dejando caer las mancuernas. Se le puso enfrente, con el desnudo, enorme e hinchado pecho rozando el suyo y le colocó las manos sobre los bíceps flexionados, comprobando la dureza y el tamaño del músculo. “Estás enorme…” “Pues anda que tú….” Comentó Sergio agarrando uno de los pectorales de Juan por debajo, como intentando sujetarlo. “pedazo pectorales gastas tio… y pedazo brazo. Te debe de medir 50 alrededor, como esos culturistas” eso lo dijo dejando el pectoral e intentando agarrar el brazo derecho del colega, pero necesitaría otra mano mas para poder rodearlo entero. Y otra mas cuando Juan decidió contraer el músculo. “Joder….” No pudo por menos exclamar Sergio. “Pues el entreno aun no ha terminado.” Añadió Juan sonriente mientras se miraba en el espejo y hacia un par de poses. Sergio no pudo por menos que emularle (rajandose algo mas la zona de los hombros de la camiseta en el proceso) “No tengo ni idea como es que nuestros músculos crecen asi…” “Y no solo eso crece…” Dijo Juan sonriente. Mirando al espejo, Sergio pudo ver el bulto de Juan. Evidente. No se podía describir con otra palabra. La cabeza le llegaba a la cadera y estaba tan pegado el pantalón que la forma se notaba entera. No había camiseta ya que ocultase parte, como pasaba con Sergio. (aunque por el bulto que se sobreveía en él, ya había pasado del ombligo) Por alguna razón, a Juan no le molestaba que se le notase. Parecía hasta orgulloso y todo. Y muy descarado. Miraba por el espejo a Sergio de arriba abajo sin ningún pudor. Para distraerse Sergio miró por el espejo y vio a Ander tumbado levantando la barra con la enorme carga. Sin camiseta el pectoral que se hinflaba por momentos era todo un espectáculo. Y además, al igual que a Juan, no parecía importarle que se le notase toda la polla empalmada, en una posición similar aunque con un tamaño algo menor (lo cual aun seguía siendo enorme).Fue entonces cuando Juan dejó las poses para mirar con la boca abierta al personaje que se acercaba desde la zona de pierna. A Sergio casi se le salen los ojos de las órbitas. Igor había terminado de entrenar los cuadriceps y femorales y se disponía a entrenar gemelo. En una máquina cercana a donde las mancuernas estaban (al lado de Juan y Sergio). Hasta Ander se incorporó del banco para ver mejor a la mole que hacía bastante ruido al andar (de lo que pesaría se supone). Al andar necesitaba extender las piernas hacia los lados porque los cuadriceps eran tan grandes que no le dejaban andar correctamente, interponiéndose unos a otros. Cada pierna era mas ancha que su cintura. Ésta estaba totalmente al descubierto, pues ya hacía rato que se le había desgarrado por completo la camiseta de tirantes que llevaba. En cuanto al pantalón corto…. Apenas quedaba algo de tela haciendo miserablemente la función de taparrabos. Miserablemente, porque un taparrabos debería tapar rabos y este fallaba en su cometido. Los huevos, del tamaño de naranjas, colgaban bastante abajo y se veían por completo, mientras que el pedazo de tranca de aproximadamente 27 cm apenas quedaba oculta bajo la goma de lo que quedaba del pantalón, llegando mas allá de la cadera, y amenazando con romper dicha goma. O no había traído ropa interior, o la había roto con tanto crecer. El resto de cuerpo estaba en proporción. Los antebrazos como jamones, y los brazos mas grandes que ancha era su cabeza, de unos 60cm de perímetro. Sus gemelos no se quedaban muy atrás. Sus pectorales tenían el tamaño de sandías, al igual que sus hombros y su cuello era tan ancho como su cráneo. La espalda tenía de ancho mas de un metro fijo y los brazos los tenía bien separados del torso por los grandes dorsales que parecían alas sobre su cintura. Era la primera vez que Sergio veía en vivo a alguien con 10 abdominales marcados. También era la primera vez que casi se corre nada mas ver algo. Le faltó muy poco. Y por las caras de los otros dos, no era el único. Cada vez que se agachaba para coger un plato de 10 kg a añadir, flexionaba sus glúteos, cada uno parecía una pelota de futbol, pero con estriaciones de las fibras musculares. Juan se le acercó a Sergio y se susurró al oído: “Supongo que por eso se llaman glúteos Maximus” Sergio asintió con una risita. Ander miró alrededor confundido, como si no recordase que estaba haciendo antes. Parece que el show le había dejado algo desconcertado. Miró donde estaba sentado, asintió al ver la barra en el press de banca y siguió con lo suyo. Sergio y Juan tanbien estaban algo desorientados. “¿Esa era la ultima no?” “Estoo…. Creo que si. ¿Qué toca ahora?” “¿Que te parece curl con barra? Podemos turnarnos con la misma” sugirió Juan. Sergio miró críticamente su brazo, y luego el de Juan. Le sacaba un trozo. “No se tio… me da que no podré con lo que tu si.” “¡Venga, va! Que yo te echo un cable.” Le animó su compañero, dándole una palmadita que a otro lo habría empotrado contra la pared, pero a el no le afectó demasiado. Su hinchado hombro le hacía bien de amortiguador, aunque no estaba blando precisamente, cosa que Juan notó. “¡Tio estás duro!” dijo sin otra intención, pero entonces se dio cuenta y sonriente, le miró descaradamente el pakete y el bulto de debajo de la camiseta a medio camino hasta el pecho. “¡Ja ja! Definitivamente” Sergio se abochornó un poco y acabo fastidiado de que todos andasen abochornándole mientras a ellos las parecía algo tan natural y jocoso, por lo que decidió seguirle el juego. Le dio un pequeño empujón en el duro, prieto e hinchado culo de Juan para que avanzase hasta las barras cortas. “¡Vamos allá, tío. Quiero ver esos bíceps creciendo, pero ya!” “Ja ja ja… tu lo has pedido, macho.” Juan se descojonaba mientras cogía una barra y empezaba a cargarla. Sergio pensaba poner 10 kg a cada lado para calentar, como siempre, pero en el caso de ese día especial, bien podría probar con 3 de 10 a cada lado. Le costaría, pero todo era probar a ver. Lo malo es que Juan tenía otras ideas y puso cuatro en vez de tres a cada lado. “Estooo…. Estas seguro, tío?” Pero Juan le guiñó un ojo. “Tu tranki, con estos brazos podemos con lo que sea!” Enfatizó con una pose de doble bíceps. Parecía incluso mas grande que hace unos minutos. “Joder, macho. Te hinchas por momentos.” “También tu.” Añadió Juan, cogiendo la barra y subiéndola y bajándola. Sergio casi no lo creía. Un peso con el que no habría podido en press de banca se lo hacia en curl de bíceps. Y además sonriente y todo. Con cada contracción del músculo, este se expandía un poco mas, con lo que tras la décima repetición, tenía los brazos mas anchos que la cabeza. Soltó la barra y posó de nuevo, con la piernas separadas, apretando los dientes. En ello se oyó un ruido ya de sobra conocido en la parte inferior. Las patas de los pantalones habían reventado debido a la creciente masa de cuadriceps y femorales. Era impresionante como las piernas alrededor eran casi de anchas como la cintura y ahora estaban bien al descubierto, pues ya no quedaba ni la goma del pantalón. En parte la explosión también se debía al enorme rabo. Este estaba apuntando en posición horizontal totalmente expuesto, con las bolas del tamaño de manzanas colgando delante cual bolas de navidad adornando el árbol. Por supuesto, Juan amplió aun mas su sonrisa de satisfacción y soltó un pequeño gruñido. Aquello pareció provocar una reacción en cadena, ya que Igor a su lado terminó la repetición que le quedaba de esa serie de gemelo con un quejido, pues del esfuerzo, todos sus músculos se hincharon de repente como dos centímetros cada uno hacia afuera (y la polla algo mas, rompiendo lo que quedaba de la goma), quedando en bolas también. Sergio de la impresión con esos dos, contrajo los musculos de la sorpesa, con lo que lo que quedaba de su camiseta se hizo trizas al emerger los enormes pectorales, la ancha espalda y los trapecios, asi como el cuello que casi alcanzaba la circunferencia de su craneo. Al desaparecer la camiseta (joder menuda distancia de hombro a hombro… Y que hombros!!!!) quedó al descubierto la cintura con sus 8 abdominales bien marcados, intercostales, bueno, todo el pack. Por supuesto que no se veían muy bien, ya que la polla le llegaba casi al comienzo de los pectorales hinchados como melones. A saber cuantos centimetros le mediría, mas de 30 fijo y gruesa como lo era antes su brazo. Tanto se había estado fijando en su parte superior últimamente que no había advertido como sus piernas habían alcanzado ya unas proporciones de culturista, rozandose entre si, y rajando los pantalones por los lados. La parte correspondiente al paquete la ocupaga toda el grueso de la _base_ de la enorme tranca. Los huevos no entraban ya y se habían escurrido uno hacia cada pernera, que al estar ya rotas, pues se sentía algo mas liberado (Y expuesto, ya de paso). No le sorprendió que los pedazo gemelos se rozasen, incluso aunque la masa de los cuadriceps y femoral separase las piernas pidiendo espacio. Era una parte que siempre se le había desarrollado fácil. Aunque parecían casi mas gruesos que la parte superior de las piernas. Casi. Por el rabillo del ojo vio algo que le hizo darse la vuelta. Tumbado en el press de banca y con unos 100 (100!!!!) kg a cada lado de la barra, Ander hizo la última repetición soltando un quejido que casi mas que un gruñido, parecía un sonido de placer, cerrando los ojos y todo. Al subir la barra, los enormes pectorales dieron un salto, inflándose varios centímetros hacia arriba en un momento, a la vez que la espalda hacía que los hombros se alejaran mas aun uno del otro, además de hincharse a su vez cual bolas de jugar a los bolos. La piernas tenían los músculos tan hinchados que lo poco que quedaba del pantalón quedó pulverizado por el crecimiento cual globo de su miembro, que se quedó mirando a las rodillas, a pocos centímetros de estas. Llamaba mucho la atención la gran definición que ostentaba, con venas hinchadas por todas partes, especialmente en los brazos. Con tanto ruido de ropa desgarrada se acercó a la zona Pablo, cuyo cambio era el mas impresionante de todos, por lo delgado que estaba (en principio y en comparación a como empezaron el resto) y lo cachas que estaba ahora, con la camiseta pegada por los músculos hinchados mas grandes que los de un gimnasta. También los pantalones del chándal largos los tenía pegados a las gruesas piernas, no solo por los músculos que casi parecían mas gruesos que los de Sergio hace un momento, sino por el órgano entre las piernas que estaba atrapado en una de las patas del pantalón, mirando hacía abajo, palpitando y casi tan grueso como sus enormes antebrazos. El monstruo le llegaba por debajo de la rodilla, con lo que al parecer, ganaba a los otros en una parte del cuerpo al menos. La vista que ofrecían pareció obrar un efecto en él de forma similar al resto. Lo primero fue que la polla saltó hinchándose aun mas, rompiendo el pantalón (ayudada por el resto de músculos de las piernas que se hincharon también.). La camiseta también le reventó, alcanzando una envergadura similar a los culturistas profesionales la parte superior del cuerpo, especialmente los antebrazos. Los abdominales y los dorsales le quedaron tan definidos que parecía imposible. Y el pecho quedó tan amplio que no podía ver por debajo de el a menos que doblase el pedazo cuello, como el resto de los presentes. Aunque a diferencia del resto, a el era el único que el rabo gigantesco le chocaba con los pectorales hinchados (el glande de Sergio solo tocaba los pezones). Tras el inflamiento simultaneo se quedaron todos mirándose, con una mezcla de satisfacción, realización, aprobación y calentura en sus miradas. Se echaron todos a reír. Fue Juan el que dijo lo que todos pensaban. “¿Qué? ¿Una ducha?” Y lo hizo guiñando un ojo, recibiendo asentimientos de cabeza por parte de todos, con sonrisas maliciosas en sus rostros. Sergio lo cogió por el grueso y colosal miembro y tiro de el mientras se dirigía a la ducha, casi corriendo mientras el resto les seguían. No olvidaba que una de las duchas funcionaba mejor que el resto (aunque el agua era lo ultimo en su mente.). Al igual que nunca olvidaría el resto de la tarde. FIN
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